Bruce Willis interpreta, por quinta vez, al irónico policía de una de las sagas más populares de los últimos 25 años.
Hace meses que John McClane (Bruce Willis) ignora dónde está su hijo Jack (Jai Courtney), del que se alejó hace tiempo por culpa de su obsesión por el trabajo. Una llamada le informa que el joven ─en realidad, agente de la CIA─ ha sido detenido en Moscú, donde lleva tres años protegiendo clandestinamente a Komarov (Sebastian Koch), un ladrón de uranio que está dispuesto a declarar contra Chagarin (Sergei Kolesnikov), su exsocio, a punto de ocupar un alto cargo político en el gobierno.
Los McClane dejan a un lado sus diferencias para salvaguardar al testigo y evitar de paso un delito en el lugar más desolado de la tierra: la estación nuclear de Chernobyl, cerrada tras el letal accidente ocurrido el 26 de abril de 1986.
Una familia unida
Hace 25 años que John McClane, un policía de Nueva York con la costumbre de aterrizar en el lugar equivocado en el momento oportuno, irrumpió en Jungla de Cristal, la primera película de una franquicia que redefinió el género de acción y se convirtió en una de las más populares de las últimas dos décadas. Cinco años después de La jungla 4.0, se estrena La jungla: Un buen día para morir, la quinta entrega, dirigida por John Moore (Tras la línea enemiga y Max Payne) a partir de un guión de Skip Woods y Jason Keller, que ha sabido mantener el tono irónico y algo macarra de la serie que ya ha logrado recaudar más de 1.129 millones de dólares.
De nuevo se centra e un miembro de la familia McClane en peligro. Si en las dos primeras partes era su esposa (Bonnie Bedelia) y en la cuarta su hija, ahora es su hijo quién le necesita. Está interpretado por el australiano Jai Courtney, coprotagonista de la ficción Espartaco: Sangre y Arena, y al que podemos ver en el filme Jack Reacher, junto a Tom Cruise.
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